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A Carlos, compañero y amigo

Es lo más difícil, la despedida. Ver partir a un amigo. Se desgarra el alma, y el corazón, y brotan sin querer las lágrimas al saber que ya no podremos disfrutar de tú sonrisa temblona y amable, de tus palabras atentas y siempre esperanzadoras. 
Cambias de puerto marinero, dejas este mundo para partir rumbo a nuevos mares, donde seguirás ocupándote y preocupándote de quienes seguimos aquí varados en estas aguas y sujetos a unas costumbres que nos anclan y, donde tú, por muchos vientos desfavorables que soplaron, nunca zozobraste y supiste reponerte para seguir avanzando en la vida y en la familia.
Recorriste el mundo navegando, aquello que más te gustaba, pero volviste a este puerto, lleno de humildad, para enseñarnos y mostrarnos cómo era el trabajo, día y noche, de surcar las aguas, no siempre mansas, de los mares y océanos de la vida. 
Ahora comprendo, aún más, tu sabiduría y experiencia, tu amor y pasión, tu entrega y dedicación a las personas, a quienes estaban en tu círculo de familiares y amigos, pero también, como lo hiciste durante muchos años, al resto de la ciudad desde tu compromiso personal de entrega y servicio desinteresado a la comunidad, a esta ciudad, con verdadera honestidad y con ejemplaridad.
Más de veinte años de dedicación a tus vecinos, compatibilizados con tu vida laboral, sin ser nunca un profesional de la política, dejan un poso lo suficientemente amplio y profundo para que todos recordemos tu paso por la cultura y el deporte de esta provinciana capital. Museos y obras de arte colgadas en las paredes, junto con instalaciones deportivas, son un recuerdo de tu dedicación para quienes te recordaremos siempre sin necesidad de tener que escarbar en la historia de la ciudad y en las hemerotecas. Encontrar tu nombre en el futuro será fácil, dejas una huella de cuño propio, de gestión y de buen hacer que les será fácil deducir a los cronistas.  
Si el mar fue tu pasión, y la cultura y el deporte tu dedicación, la cocina ha sido la cómplice perfecta para tejer lazos de amistad creando siempre nuevas recetas que, condimentadas con elevadas dosis de paciencia, amor y cariño, conquistaban los corazones de quienes estaban a tu lado. Incluso trasmitiste ese amor a los más cercanos. Quédate tranquilo porque muchas de ellas llevarán una dedicatoria para ti, dentro y fuera de la familia. 
Has luchado como un auténtico y bravo lobo de mar en estos últimos años, no solo por tus ganas de mantenerte a bordo aferrándote a la vida, sino también porque querías seguir estando al lado de la tripulación que ha viajado y surcado contigo el mar del amor, y, con la cual has sabido reconstruir una hermosa goleta de cuatro mástiles, fuerte y robusta, con la que surcar los océanos. Te marchas amigo, pero esa goleta continuara cada día izando velas para buscar los vientos más favorables y seguir navegando juntos. Queda, al frente de ella, como oficial al mando, quien ha sido tu compañera de viaje todos estos años.
Amigo Carlos, te echaré de menos, pero siempre te llevaré cerca porque estarás en mi recuerdo. Te has ido tranquilo y en paz, con la serenidad que siempre te ha caracterizado y que nos has trasmitido. Tu paso por nuestras vidas, y hablo en plural, deja un vacío imposible de llenar y tendremos que acostúmbranos a decir tu nombre desde el recuerdo. La amistad y el recuerdo es también inmortalidad. Carlos López Camarena, te marchas asido al cetro de tus creencias, con devoción sosegada y constante y, yo, personalmente, quiero hacerte una declaración formal de amistad, de amor fraternal, una de esas declaraciones que los hombres parece que no tenemos derecho a hacer. Que la tierra te sea leve mi buen amigo y te queremos.

Una mirada critica de Ciudad Real. Apasionado y vehemente por mejorar esta ciudad. Puedes contactar conmigo y te respondere

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