En política como en el ajedrez debían de existir unas reglas básicas de tal forma que si no se cumplen no se puede jugar la partida. Cada pieza tiene que respetar su movimiento ocupando un lugar en el tablero. Pero no, en política ni se respetan los movimientos ni se cumplen las reglas del juego y por eso en esta provincia las cosas no funcionan y además nadie asume la responsabilidad de lo que pasa. La despoblación de la provincia es un tema sin liderazgo reconocido donde nadie quiere asumir la responsabilidad, pero donde todos quieren salir en la foto y ocupar portadas hablando de teorías de terceros.
Quienes pretenden decir que esta crisis es una oportunidad para la provincia y para recuperar población porque los habitantes de las grandes ciudades tendrán un éxodo hacia el interior, hacia pueblos y ciudades menos poblados, se engañan. Y lo hacen de la misma forma que se han engañado los últimos ocho años diciendo que la pérdida de población era consecuencia de la crisis del 2008 y dedicándose solo a promesas de: estudios, comités de expertos, consultoras, proposiciones de ley en los parlamentos autonómicos, en el Congreso, en el Senado, etc., llenando páginas de periódicos y haciéndose fotografías, pero sin aportar ninguna solución.
La provincia se desangra poblacionalmente sin que nadie sea capaz de evitarlo. Algunos se consuelan diciendo que toto esto está sucediendo desde 1960 y otros piensan que en Ciudad Real pasa lo mismo que en el resto de la España vaciada. A ambos, los que se conforman con uno u otro argumento, considero que no merecen siquiera estar en política.
La provincia alcanzo en 1960 su máximo de población con 583.000 habitantes y comienza a despoblarse con el boom de la construcción y la llamada del turismo perdiendo en 20 años 115.000 habitantes. Fundamentalmente jóvenes que emigran a las zonas costeras. La provincia queda envejecida. En el año 1980 la provincia cuenta con 468.000 habitantes y a partir de este año se inicia una lenta recuperación hasta el año 2012 que se sitúa en 530.000, pero, desde 2012 en adelante se pierde nuevamente población hasta llegar al 2020 con 494.000.
En ocho años la provincia pierde 36.000 habitantes y la previsión del INE para 2035 es que perderá otros 51.000 vecinos más en los próximos 15 años hasta situarnos en el 2035 en 442.000. Y, además, el 30 por ciento de la población tendrá más de 65 años. Nos sitúa el INE como la provincia de Castilla la Mancha con más pérdida de población.
Algo no se esta haciendo correctamente, algunas cuentas no le salen bien a esta provincia que cuenta con AVE, en sus dos ciudades más importantes, Universidad y un aeropuerto internacional y sin embargo Madrid y sus provincias limítrofes, en este caso Toledo y Guadalajara, siguen absorbiendo toda la demanda de creación de empresas. Los jóvenes universitarios, desde hace años se marchan, ya ni siquiera se quedan a residir en Ciudad Real y trabajar en Madrid. La precariedad del empleo, los bajos salarios y el precio del transporte se lo impiden. Las empresas no llegan, quienes vienen a Castilla la Mancha se quedan en los límites con Madrid.
A la vista de todo ello cabe preguntarse si realmente la comunidad autónoma tiene algún plan previsto para Ciudad Real, si la Diputación Provincial dejara de ser teórica y pasara al pragmatismo sorprendiéndonos con hechos, si los diputados regionales y los consejeros que tiene Ciudad Real en el gobierno regional algún día aportaran algo y si los Diputados y Senadores trabajaran para su provincia. Incluidos los directivos y organizaciones empresariales. Todos, sin excepciones de ninguna clase, ni distinción de color político, son responsables de lo que está sucediendo. Es culpa de todos, pero quienes gobiernan actualmente tienen la obligación de liderar las alternativas a la despoblación. Vale ya de ser fieles vasallos para no molestar a nadie que le pueda hacer perder el escaño y trabajar para Ciudad Real.