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La dignidad a izquierdas o derechas

La dignidad, al igual que otros conceptos, ha tenido diversos valores a lo largo de la historia según quien fuera el afectado de indignidad: estamental, referido al puesto que desempeña la persona, la del jefe o la del empleado; económica, no es lo mismo la de ricos que la de pobres; religiosa, distinguiendo entre creyentes y no creyentes; étnicas, distinguiendo entre una y otra comunidad cultural; lingüística, según idioma o dialecto; de raza, según color de la persona; sexo, según hombre o mujer, etc. Y, ahora, estamos conociendo, a diario, el nuevo concepto de la dignidad política entre quienes forman parte de un partido o del contrario, incluso de parentesco, entre quienes son novios o matrimonio. 
Entristece ver cómo las personas pierden la dignidad como valor superior de muchos otros valores, aun siendo conscientes, ellos mismos, de estar defendiendo algunos de los delitos que comportan falta de honradez y de honestidad. Algunas personas, políticos o tertulianos, no solo desde el escaño, también desde los platós de TV, actúan con la misma prepotencia y altanería como si no hubiese sucedido nada, añadiendo, a la falta de dignidad, el cinismo propio de una cara dura tremenda. 
A lo largo de nuestra vida, todos arrastramos miserias humanas fruto de las experiencias y vivencias, pero el individuo ha de saber anteponer la dignidad como principio fundamental que garantiza la ética pública y privada. Se puede ser militante o activista, simpatizante o amigo, enemigo o adversario cuando se está en política, pero la dignidad de la persona debe ser un valor superior. No hay nada más desalentador que la esquizofrenia política defendiendo una cosa y lo contrario. 
La honestidad, hablar y actuar con sinceridad, es mucho más que no mentir, engañar, robar o hacer trampas. Implica mostrar respeto hacia los demás y tener integridad y conciencia de sí mismo. La honestidad es la base de la confianza y la clave de las relaciones sociales; nos da esperanza, confianza, comprensión, y, mejora, la toma de decisiones. De esta forma, así de sencillo, se describe en la página de Naciones Unidas contra el delito y el crimen – UNODC – la cualidad de ser honesto. 
Honestidad y honradez, aunque lo parezca, no son sinónimos como alguien puede pensar, aunque se encuentre dentro de los delitos, mal llamados, de honor. Honestidad es ser sincero, veraz y transparente en la comunicación y presentación de uno mismo de cara al ciudadano y al espectador. Honradez implica actuar con integridad y ética, mostrando convicción en la verdad y en los principios que marcan tu vida. 
La honradez, además de las acciones, es la autenticidad de las palabras. Hablar como sientes con arreglo a tus valores. Y cuando hablo de valores, no hablo de ideologías políticas. Las ideologías no pueden confundir la forma de ser de la persona porque igual de deshonesto es uno de derechas que uno de izquierdas que no actúa con arreglo a un valor superior en el que todos tenemos que tener nuestros límites como es la dignidad. 
No es necesario haber estado en la ONU, ni ser especialista en Derecho, Sociología y Teología para conocer el verdadero sentido de la honestidad. En cada pueblo y rincón de esta apartada provincia, de esta noble tierra de La Mancha, construida a base de sudor y esfuerzo, se conoce a las personas rápidamente por su honestidad. Como tampoco es necesario recurrir a la biblia para entender a San Mateo, donde nos advierte que los falsos profetas pueden disfrazarse para parecerse a ovejas cuando en verdad son lobos feroces. Por sus actos y frutos los conoceréis.
Siempre hay y habrá personas deshonestas consigo mismo para ganar influencias y lo peor de todo, con los demás, carentes de valores donde su falta de escrúpulos les empuje hacia la vanidad, el orgullo, la soberbia, la altanería y la codicia, para caer en los hechos más reprobados por ellos mismos públicamente: la falta de honestidad y de honradez. Pero, especialmente, una persona pierde la dignidad cuando tiene la capacidad de elección, cuando puede elegir, y, además, tiene capacidad para distinguir entre las dos acciones o hechos que se le plantean y elige la contraria.
Peces Barba, como académico, lo explicaba muy bien en una sesión en 2007: de la miseria del hombre a la dignidad humana. La dignidad es el presupuesto o fundamento de la ética pública.

Una mirada critica de Ciudad Real. Apasionado y vehemente por mejorar esta ciudad. Puedes contactar conmigo y te respondere

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