Ciudad Real capital tiene dos graves problemas con el comercio y no sabe enfrentarse a ninguno de los dos. El primero es el de los comerciantes y comercio actual y el segundo los locales destinados a comercio o de uso comercial. En el primer caso, el de los comerciantes, hemos visto como se manifiestan en silencio en la Plaza Mayor en defensa de sus intereses para que no nos olvidemos de sus pequeños negocios. Todo el apoyo para ellos. Esta pandemia y los nuevos hábitos de consumo digital les ha robado su queso y tienen que volver a encontrarlo. Si no lo encuentran acabaran cerrando irremediablemente.
La triste realidad del comercio de la ciudad va mucho más allá de ayudarlos municipalmente porque el queso no está en las despensas del ayuntamiento.
El segundo problema, el de los locales vacíos, es una cuestión puramente de planificación y de organización municipal, de visión de la ciudad y de interés en querer transformarla, de adecuarla a la realidad que vive desde hace veinte años. Es un problema de fácil solución urbanística si se hace adecuadamente. Hoy quiero poner el acento en este último problema, en el de los cientos y cientos de locales vacíos que tiene la ciudad y que se distribuyen por calles y barrios. Locales algunos cerrados por la crisis, otros por la reconversión comercial digital y otros muchos, que se encuentran en bruto, que nuca fueron utilizados comercialmente, pero están clasificados como local comercial y no pueden tener, hoy por hoy, otro uso distinto.
La imagen de algunas calles es realmente desoladora viendo cerrados todos los bajos de los edificios sin uso ni actividad. Algunos locales en calles de segunda, tercera o cuarta categoría llevan cerrados desde que se construyeron. Parece razonable y necesario abordar por el ayuntamiento un plan de reconversión de estos locales cerrados y que vuelvan al mercado en condiciones distintas de uso y aprovechamiento permitiendo convertir los mismos en viviendas, apartamentos, duples o simplemente en estacionamientos.
No sería malo, ni estaría de más, un informe por parte de los técnicos del ayuntamiento, responsables del planeamiento y de la estrategia, que identifique el número de locales existentes, con indicación del tiempo que llevan cerrados o sin uso, metros cuadrados disponibles, etc., que permita posteriormente la toma de decisión política antes de elaborar una norma técnica para su aprobación y que modifique en PGOU en aquello que sea preciso. Por estética de nuestras calles, pero también por la economía de sus propietarios, mantener los locales cerrados esperando un alquiler o venta para actividad comercial no parece la mejor de las opciones. Ni por la situación actual, ni por el futuro del comercio local. Donde hay en la actualidad un local de 300 metros cuadrados pueden salir perfectamente, dos, tres, cuatro apartamentos o un aparcamiento para 10/12 vehículos., precisamente en calles donde la norma urbanística, en el momento de su construcción, no exigía las respectivas plazas de aparcamiento por cada vivienda construida. Igualmente, donde hay un local de 50 metros cuadrados puede salir un dúplex al unirlo al piso superior.
No se trata de hacer una norma que convierta automáticamente cada local en vivienda a capricho del propietario, ni que permita la especulación sin más, pero sí de elaborar una normativa que contemple que superficie minina y condiciones debe reunir cada local para su reconversión. Va para seis años de legislatura socialista, después de las dos décadas de gobierno del PP, y no parece que exista la idea de que, en los próximos dos años y medio que queda a este gobierno municipal de coalición, podamos alentar la esperanza de cambio.
Sigue sin resultar comprensible que el modelo de ciudad, a donde queremos llegar en los próximos años, no tenga más relevancia política y dedicación. Y no será por falta de técnicos. Una vez más se pone de manifiesto la necesidad de diseñar nuestra ciudad y adaptarla al futuro.