Ciudad Real ha tenido, en las dos últimas décadas, dos planes estratégicos y un plan de modernización. El primero, un plan estratégico Ciudad Real 2015 elaborado en 2010 y que giraba en torno al turismo internacional con un Reino del Quijote como principal elemento dinamizador y un aeropuerto internacional aprovechando el cuarto centenario de la inmortal obra. El segundo, un plan estratégico Ciudad Real 2018 -2021 elaborado en la primera legislatura del PSOE después de la caída del aeropuerto y del Reino, también con el turismo como elemento principal, menos ambicioso que el anterior, porque se basaba en la conexión de Ciudad Real con el resto de ciudades AVE en España, pero también con el turismo como elemento dinamizador. En este último caso con el turismo nacional.
Turismo y transporte aparecen como nexo común en uno y otro plan, aunque con proyecciones distintas. El tercero y actual, un plan de modernización denominado Ciudad Real 2025, está basado en la recuperación de la ciudad con edificios en desuso y la construcción de nuevas vías de comunicación interior, infraestructuras viales, como la segunda ronda, la pasarela de Miguelturra y las variantes principalmente. Estas últimas pendientes de trazado y diseño material.
transporte, infraestructuras y turismo. Las infraestructuras de transporte han sido el elemento común de todos los planes estratégicos. Curiosamente, las que no estaban construidas en el plan actual vigente desde 1987. La llegada del AVE en 1992 y el aeropuerto en 2010 son posteriores. Ambos planes de 2015 y 2018 basan la estrategia de Ciudad Real en la facilidad de la comunicación por medios aéreos y terrestres para atraer negocio e inversión, pero la realidad actual es la de una infraestructura muerta y deteriorándose, como es el caso el aeropuerto, sin utilización alguna para el transporte de viajeros o mercancías, y como es lógico, sin operación de transporte no puede desarrollarse la parte logística e industrial de la infraestructura aérea.
La otra gran infraestructura, el AVE, en la actualidad con múltiples deficiencias en la operación diaria, pone en riesgo uno de los factores claves del futuro de la ciudad: la relación laboral de los viajeros frecuentes que residen en Ciudad Real y se desplazan a Madrid por trabajo y viceversa. Si la operación diaria de transporte, y los precios, no se normalizan y estabilizan, se producirá una pérdida de población.
Las infraestructuras viarias, como la segunda ronda de circunvalación, apenas han superado un kilómetro de ejecución en dos pequeños tramos, uno en el norte, carretera Atalaya con carretera de Toledo, y días pasados se iniciaron las obras de otro tramo en el sur desde la carretera de Calzada. Sin una circunvalación definitiva es difícil desarrollar con éxito los actuales planes de cambio de la ciudad que contemplan el traslado de la administración, como es el caso de la nueva ciudad administrativa, parque de extinción de incendios, y nuevos pabellones en el recinto de ferias y muestras. Edificios todos ellos de la Diputación Provincial.
Las otras infraestructuras necesarias para la ordenación de la ciudad, variantes de carreteras nacionales y regionales, y autovías, llegarán dentro de una nueva década. Su trazado y diseño necesitan aún de estudios para poder, como mínimo, plasmarlas en un documento.
Infraestructuras como el nuevo Polígono Oretania, en fase de inicio con suelo público por falta de demanda, al lado de la autovía A-43, sin conexión hacia el oeste y el norte, sin vías de entrada a la ciudad, necesita de algo más que precio del metro cuadrado suelo para desarrollarse y poder reubicar al actual polígono de Larache. Necesita de una norma adecuada y un criterio económico que posibilite la reconversión del actual suelo industrial, entre los juzgados y el hospital universitario, en suelo urbano para otros usos.
El otro gran paradigma económico sobre el que se estructuraba la ciudad y los planes estratégicos de 2015 y 2018 ha sido el turismo, ese recurso fácil de exponer, pero que la realidad permite medir en términos económicos y estadísticos. Sabida es la falta de atractivo de la ciudad en materia turística, no obstante, el plan de 2015 establecía una apuesta turística en torno al juego y los casinos que se derrumbó con la caída del Reino. No fue, ni será, el único proyecto en España fallido en torno al juego, como Eurovegas en Madrid y los Monegros en Zaragoza. La otra apuesta, la del turismo interior, la de 2018 con el AVE y la red de ciudades conectadas en torno a este medio de transporte, adoleció desde sus orígenes de la estrategia que conectara los únicos puntos de interés turístico de la provincia con la llegada a Ciudad Real en AVE como puerta de entrada.
La falta de operadores turísticos privados para empaquetar productos que se prescribieran y vendieran por agencia de viajes o por internet, fue sustituida por un turismo de grupo de baja percepción económica para la tercera edad y por un turismo gastronómico endogámico de pueblo en pueblo, junto con el reducido nicho intangible de los volcanes. Ciudad Real sigue conectada con 15 millones de habitantes, pero no encuentra su sitio en las ciudades AVE.
pgou.Construir la ciudad desde planes estratégicos, sin revisar las normas urbanísticas y sin diseñar en planos la ciudad, es un canto al sol, castillos en el aire, una simple promesa política llena de buenas intenciones que no de realidades. Un plan estratégico que no se acompaña de otras normas y acuerdos para el diseño de la ciudad está más cerca de un programa político que de un instrumento de gestión. La incorporación de los planes estratégicos al planeamiento urbano y los planes de inversiones es lo que aporta valor al diseño de la ciudad.
Los dos planes estratégicos de la ciudad elaborados en 2010 y 2015 y el plan de modernización de 2020 contienen ideas, planes, datos y elementos, más que necesarios para el crecimiento y desarrollo de la ciudad: transportes interurbanos, suelos industriales, recuperaciones de edificios, turismo, viviendas, nuevas vías de acceso, variantes, autovías, etc., pero ninguno plasma, en un documento oficial, en una norma elaborada desde la participación, el diseño real de ciudad para los próximos 30 años. Seguimos con el mismo Plan General de Ordenación Urbana de 1987 para la estrategia internacional de 2015, para la red de ciudades AVE de 2018 y para la modernización de 2025 y con planes de inversión de terceras instituciones para la adecuación de sus propios edificios como si fuesen municipales.
Los dos grandes partidos que han gobernado la ciudad en los últimos 30 años, PP y PSOE, han dejado pasar el tiempo sin un diseño de ciudad para abordar el futuro. Los cambios en la población, el comercio y las relaciones laborales que se están produciendo en los últimos 30 años con el envejecimiento de la pirámide de edad, el nuevo comercio digital, las nuevas relaciones laborales, alquileres y construcción de viviendas, locales comerciales, universidad, AVE, aeropuerto, autovías, suelos industriales, circunvalaciones, regadío del Vicario… requieren de una planificación ordenada de la ciudad y la correspondiente coordinación entre administraciones.
Las zonas de bajas emisiones y las peatonalizaciones del centro ahondarán aún más el problema de aparcamiento del interior de rondas, sin resolver, y las nuevas áreas de la ciudad administrativa y pabellones feriales, nacidas igualmente sin aparcamientos, agravarán un problema endémico.
presupuestos municipales e inversiones. Después de la planificación es necesaria la inversión, sin ella es imposible adaptar la ciudad al diseño realizado y ponerla en valor con los objetivos definidos. Los dos primeros planes estratégicos de 2015 y 2018 adolecían de la falta de recursos municipales para su puesta en funcionamiento. El primero, basado en la inversión privada en el Reino Don Quijote y en el aeropuerto, contemplaba como ingreso 45 millones de euros procedentes del convenio urbanístico para la construcción de 10.000 nuevas viviendas. El segundo, ni preveía asignación de recursos. Y el plan de modernización de 2025, con una estimación de 105 millones de euros en inversiones, destina más del 80 por ciento de su importe a la ampliación y rehabilitación de dos edificios públicos de la propia Diputación: el pabellón ferial y el viejo Hospital del Carmen. Las infraestructuras viales y de comunicación están en un segundo plano de ejecución y sin planificar a fecha actual.