El capítulo primero del presupuesto del ayuntamiento de Ciudad Real supone, nada más y nada menos, que la friolera de un 40%, redondeando, de los ingresos que tiene la ciudad. Es decir, se destinan 30 millones de euros, de los 74 que forman el presupuesto, solo al pago de personal municipal. Pero, solo de los servicios que se prestan directamente por el Ayuntamiento. Si sumamos las cantidades destinadas también a personal en los patronatos de deportes, de personas con discapacidad, INPEFE, o en servicios externalizados como: alumbrado, aguas, recaudación, jardinería, zona azul, etc., etc. y que se abonan por otro capítulo distinto al de gastos de personal, la cantidad destinada a los trabajadores municipales, laborales o funcionarios, directa o indirectamente, supera con creces el 50 % de los recursos económicos de la ciudad. No está nada mal.
De los 1.000 euros, por ciudadano – año, que tiene el ayuntamiento para gastar en la ciudad, 500 euros son solo para personal. No obstante, a lo anterior, e independientemente de la cantidad y número de empleados municipales, los presupuestos hasta ahora, como sucede en el actual ejercicio 2020, adolecen de lo más elemental: los recursos económicos necesarios para la formación de ese personal. Es incomprensible destinar y gastar más de 37 millones de euros en los salarios de los trabajadores y contar solo con una partida de 15,000 euros para la formación, tal y como sucede en este año que finaliza.
No es necesario hacer el cálculo para saber, ya de antemano, que la cantidad es ridícula. Eso, solo denota la falta de organización y la inexistencia de un plan de formación de los recursos humanos que responda a un programa de modernización de la institución y adaptación de sus trabajadores a las necesidades diarias y cambiantes de las relaciones con la sociedad. Las relaciones de la administración con el ciudadano cambian, lo estamos viendo durante esta pandemia, exigen nuevos restos para el personal al frente de los departamentos y para el personal con responsabilidades, por ello es necesario reforzar la actualización de sus competencias y el desarrollo de sus habilidades en los nuevos entornos.
Hay que ser conscientes de la transformación digital y cultural que se está produciendo y hay que dotarles, a los técnicos y funcionarios, que son quienes permanecen en el tiempo, primero de las herramientas y después de la formación necesaria para cumplir con los objetivos que se corresponden con una administración eficaz y eficiente, donde el ciudadano, al igual que sucede con el cliente en una empresa, es el eje y punto central de donde tienen que partir todas las estrategias de recursos humanos. La formación y la actualización del conocimiento es una herramienta de producción y en especial en una plantilla donde la pirámide de edad esta invertida.
La formación de los trabajadores no es solo desde el punto de vista exclusivo de su puesto de trabajo. El funcionario que tramita un expediente sabe cómo hacerlo, seguro, y lo hace correctamente porque lleva haciéndolo veinte años. Aunque lo haga por la cuenta de la vieja. Lo mismo que el mecánico, el aparejador, el técnico de registro, el herrero, el jardinero, etc. Todos saben hacer su trabajo, por eso el ayuntamiento no se detiene. La transformación cultural y digital que estamos viviendo exige de un plan estratégico y dentro de él, de las acciones formativas necesarias. Exige, de un incremento en los presupuestos para desarrollar competencias y conocimientos, para fomentar la innovación y el talento. Y de paso poder mejorar la motivación. Exige, además, desarrollar las habilidades de gestión en los jefes de servicio, departamento, negociado, etc., y promover la eficiencia en todos los niveles del ayuntamiento.Creatividad, inteligencia colaborativa, implantación de soluciones tecnológicas, comunicación… etc., son solo algunas de las necesidades que tienen los trabajadores municipales, pero también existen otras muchas carencias formativas procedentes de la relación del funcionario con otras administraciones, con otras empresas públicas, privadas, o simplemente con los ciudadanos.
Es necesario un plan integral de formación para abordar el futuro, pero también que contribuya a la carrera profesional del trabajador.