Tendríamos que salir a la calle vestidos de Hércules Poirot y de Miss Marple, ahora que es tiempo de mascaras, para investigar entre los hosteleros, las peñas, los vecinos, los comerciantes y el propio Ayuntamiento quién dejo morir al carnaval de Ciudad Real.
Un carnaval que resurgió en la década de los 80, con la llegada de la democracia y de la mano del Ayuntamiento, pero que ha desaparecido de entre los ciudadrealeños quedando reducido a una exigua participación durante la semana para estallar el domingo de piñata en un desfile de carrozas por las calles de la capital a modo de sambodromo regional para peñas y comparsas.
Fundamentalmente tendría que averiguar Miss Marple dos cosas importantes en relación a la muerte y agonía de la fiestas en Ciudad Real de Don Carnal que preceden a Doña Cuaresma: la primera, si la “Carpa” es la causa fundamental de dicha agonía, y la segunda, si la muerte de la participación popular es fruto de la inanición de las peñas provocada por la falta de alimento municipal en los presupuestos anuales que las alimentaban.
Si estas fuesen las causas, de su casi desaparición durante estos últimos años, parece que el carnaval del 2020 viene a poner remedio, directa e indirectamente, en ambas cuestiones.
Se recupera la “Carpa” de Carnaval y la Federación de Peñas se atribuye una pseudo participación popular. Todo parece bien encaminado para encauzar la fiesta y habrá ver en lo que queda. No tienen fácil nuestros personajes la investigación.
La carpa siempre ha sido fuente de discordia municipal, unas veces por su ubicación, que nunca ha gozado de un lugar pacifico para fomentar la participación; otras veces por las molestias a los vecinos impidiendo el descanso; en alguna época por su instalación en cuasi recintos escolares; en otras ocasiones por su desaparición; y también, cómo no, por su coste de instalación y por su forma de explotación.
Según el color municipal, y según se estuviese en el gobierno o en la oposición, la carpa ha sido motivo recurrente durante años, entre los munícipes, para reprocharse la responsabilidad de la desaparición del carnaval de la capital.
En el otro lado las subvenciones a las asociaciones y peñas del carnaval. Primero la rivalidad política atribuyendo color a las asociaciones y peñas en la época de Gil Ortega y discriminándolas económicamente en comparación a otros grupos. Segundo, premiando subjetivamente la participación en el concurso del domingo de piñata, principal fuente de ingresos de las peñas, donde siempre se otorgaban los mejores premios a las peñas afines.
Esto provoco la desmotivación y desaparición de muchas peñas hasta el punto de hacerlas casi desaparecer. Finalmente la crisis económica término reduciendo a la más mínima expresión, como no podía ser de otra forma, el fomento de la participación popular de un carnaval basado en ayudas municipales. Nadie busco nuevas formulas de financiación para el sustento de las peñas como sucede en otras fiestas populares basadas en la participación.
Este año el carnaval 2020, organizado por el Ayuntamiento, tiene una carpa, participación de la federación de peñas, bailes, fiestas, concursos, entierro y desfile, no le falta ningún ingrediente para el éxito que añoran los nostálgicos de la época de los 80 y 90. Veremos la respuesta de los jóvenes que hasta ahora se van a otros municipios. Sin ellos no hay futuro.
Pero como el carnaval es mascara para ocultar al reprimido pecador durante todo el año, es miy posible que los autores de este desaguisado, producido con el paso de los años, no puedan encontrar los personajes de Agatha Christie y nunca sabremos el resultado de la investigación de tan perspicaces detectives. Tendremos que recurrir a nuestro refranero manchego para encontrar a los autores, mas sabio y profundo que los audaces belgas, para terminar diciendo, una vez mas, el dicho popular de: “entre todos la mataron y ella sola se murió” que es algo muy habitual cuando las responsabilidades se diluyen entre todos los que tenían y tienen obligaciones.
La culpa no es de nadie.