Un alcalde tiene que ser un pedigüeño, no hay la más mínima duda. Si el presupuesto del ayuntamiento no da para mucho más que para atender el gasto corriente de la ciudad y pequeñas obras de mantenimiento ordinario – que se presentan como inversión – no queda mas remedio que cambiar el formato de gestión y echarse a la calle a buscar recursos. Pero eso sí, un alcalde moderno también tiene que ser un pedigüeño moderno.
Hasta la democracia los alcaldes eran pedigüeños en sentido literal y pedían con frecuencia para sus amigos aunque no fuese lo que necesitaba la ciudad ni viniese a cuento. Esos eran los alcaldes de antes, aquellos que viajaban a Madrid a ver a los funcionarios de la administración central y se presentaban con prebendas o invitaciones de caza para que le tocase algo de inversión pública a la ciudad o a la provincia que pudieran administrar mientras estaban en el cargo.
Después llegaron los primeros alcaldes de la democracia, con escasos presupuestos municipales y sin recursos hasta la llegada de la financiación de las haciendas locales, en su gran mayoría gestores que pedían para satisfacer las necesidades de su pueblo. Estos sí que eran auténticos pedigüeños. Se convirtieron en profesionales de pedir y lo mismo pedían dinero a un banco, gratuitamente, que se lo pedían a una administración.
La forma de pedir era elaborando un anteproyecto y una lista de necesidades y se iban con su cartera debajo del brazo a solicitar ayuda y recursos al resto de administraciones hasta conseguir que se lo financiasen. Fueron titanes y aun se les recuerda por su coraje. Lo mismo recurrían a una administración de su mismo color político que a cualquier otra.En la siguiente etapa llego el endeudamiento.
Con la llegada de la nueva financiación de los ayuntamientos por parte del Estado y las modificaciones de los tributos locales la forma de pedir de muchos alcaldes cambio. La gestión paso a buscar los recursos para nuevas inversiones recurriendo al endeudamiento y llamado a la puerta de una entidad de crédito para solicitar préstamos con cargo a los impuestos municipales ¡menudo chollo en la gestión! Para el banco claro.
Esta etapa ha funcionado hasta sobrepasar los límites y por eso hoy día la ley no permite acudir al endeudamiento, si no se cumplen determinados parámetros. Ha sido una etapa de crecimiento pero también de muchas inversiones megalómanas y no sostenibles en el tiempo que son la causa de algunas deudas locales que lastraran la ciudad durante la siguiente generación.
Así ha sido la forma de pedir de los alcaldes hasta la crisis de 2008 que trajo consigo las reformas legislativas para evitar mayor endeudamiento e intentar corregir el déficit público.
El alcalde actual ya no tiene que ser el pedigüeño a la antigua usanza, tiene que saber hacer dos cosas básicas, de manual, antes de pedir. La primera el mantenimiento de los recursos con los que cuenta evitando el cierre y la fuga de empresas radicadas en su municipio. Detrás de un cierre o una fuga hay mas paro, menores ingresos para el municipio y se produce abandono de población hacia otros lugares. La segunda, saber encontrar nuevos ingresos. Detrás de ambas cosas esta el diseño de la ciudad y la competitividad del municipio.
Hoy la nueva forma de pedir de un alcalde, de ser la de un pedigüeño moderno, tiene que saber hacer lobby ante una administración o ante una empresa. En unos casos para atraer y en otros para exigir. Hay empresas que son mucho más grandes y poderosas que los propios gobiernos y administraciones. Por todo ello, para saber que se pide, hay que diseñar una ciudad y además saber dirigir los equipos para tener capacidad de influir y de presionar. Hoy a la misma puerta donde quiera el alcalde ir a pedir seguro que llegan otros con la misma pretensión buscando el mismo queso.
