Para el actual concejal de hacienda de Ciudad Real, segundo siempre en el orden de aparición, hombre de partido, de bajo perfil político y escasa imagen pública, su única aspiración es dejar el ayuntamiento con deuda cero para satisfacer su propia vanidad.
Es un caso para análisis el del concejal de hacienda de Ciudad Real que en los tiempos que estamos viviendo prefiere aplicar los remanentes del presupuesto a la amortización de la deuda municipal en las entidades financieras a realizar inversiones en la ciudad y además dice que ya son muchas las obras que se están haciendo en este año y otras muchas más proyectadas para el año que viene.
Cuesta trabajo reconocerlo como miembro de un equipo de gobierno socialista. Eso sí, lo que no dice el concejal de hacienda cuando argumenta la decisión de la aplicación de remante en deuda es que de los seis años que lleva en el gobierno municipal durante los cinco primeros no se ha realizado ni el mantenimiento ordinario y la ciudad está sumida en un abandono manifiesto. Claro, que también es cierto que es un caso para análisis según lo miremos, porque como decía jocosamente un buen amigo mío en estos casos para determinar el grado de responsabilidad: “la culpa no es del mono sino de quien le abre la puerta al mono”. A lo mejor, el análisis hay que realizarlo en el formato de la delegación de trabajo y funciones del ayuntamiento donde cada concejal campa a sus anchas por la falta de dedicación y liderazgo político.
Desde el inicio del estado de alarma y comienzo de la pandemia la coordinación municipal entre los políticos de gobierno y de la oposición y a su vez entre los técnicos y los políticos no parece que sea el punto fuerte de la gestión municipal. Es posible que sea ahí donde encontremos la clave para que el concejal de hacienda haga bandera de la única idea que ha tenido desde que llegó al ayuntamiento: ser un “controller” del gasto que es lo único que le quedo de imagen de su etapa al frente de la alcaldía en los años 93/95.
Es como una obsesión de encontrar en esa idea su reconocimiento social. En general los políticos tienen la necesidad de alimentar su “ego” personal y necesitan del reconocimiento social. Suele ser lo más habitual. Para ellos, lo realmente importante es mantener la imagen construida para seguir sobreviviendo en política. Es más, para muchos esta antes la imagen pública que el liderazgo, o que la capacidad de organización, o el trabajo en equipo, o la credibilidad, incluso, en algunos casos la imagen esta antes que la propia honestidad. La imagen pública en los tiempos actuales de los medios de comunicación digital es lo realmente importante para un político, aun a costa de tener que fingir incluso los propios sentimientos o creencias.
A ningún político le importa que le llamen fariseo y lo hemos visto esta semana en la asistencia al banquete y fiesta nocturna de un medio de comunicación. Todos aquéllos que nos piden el cumplimiento de las normas sociales en beneficio de la comunidad se las saltan solo por satisfacer su ego personal al asistir a un acto social donde están todas las elites del poder.
El fariseísmo político es lo habitual. No obstante, volviendo al caso del concejal de hacienda de Ciudad Real capital posiblemente nos encontremos con un político único, una especie de “rara avis”, donde el fariseísmo no existe y predomina en él una creencia de austeridad en el gasto municipal que, sumado a su particular y equivocada visión de la concejalía de hacienda, como si se tratase de un organismo interno exclusivamente de control, le hacen acreedor de los calificativos negativos que le ha lanzado la oposición en el último pleno municipal, pero al mismo tiempo también de los halagos de algunos miembros del equipo de gobierno, incluida la actual alcaldesa, y del silencio de sus socios de gobierno que ven como les empieza a condicionar con sus decisiones.