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Entre caceroladas y aplausos.

Una y otra manifestación, cacerolada y aplausos, están ganadas a pulso por sus respectivos protagonistas. La cacerolada más sonada, la de la noche del discurso del Jefe del Estado, es merecida, no tanto para juzgar hechos, que también, sino para acabar con la ley del silencio, con la Omertá política que rodea e imponen algunos partidos y medios de comunicación con la Corona y Casa Real. No se pueden proteger hechos que no tienen nada que ver con el ejercicio del cargo. Si desprendemos de la venda a la diosa de la justicia, para que pueda ver a quien se juzga, uno de los pilares de la democracia se resentirá. Pasada la crisis será el momento de rendir cuentas ante los tribunales, pero también, ante la sociedad. Ante el pueblo.

Ahora es tiempo de aplausos a los modestos héroes que están en primera línea, a quienes son solidarios, a quienes prestan ayuda desde su humilde posición. Es tiempo de la defensa y apoyo de los servicios públicos y de quienes están al frente de ellos. Pero no olvidemos el sonar de las cacerolas para cuando salgamos de la crisis porque hay que recordar quien diezma nuestros bolsillos restando recursos económicos a esos servicios públicos que ahora aplaudimos cada día a las ocho de la tarde. No podemos tropezar tantas veces en la misma piedra, es de idiotas.  La historia es tozuda

Ahora es tiempo de consenso para salir juntos de la crisis. Una de las mayores conocidas desde la II guerra mundial como ha dicho la canciller alemana. De esta crisis se sale si estamos todos a una contra el coronavirus como en la gesta que protagonizaron nuestros vecinos de Córdoba contra el Comendador de la Orden de Calatrava. Ahora toca luchar, con todas las armas, contra el enemigo público que amenaza nuestra salud. Da lo mismo que expliquemos la lucha en términos militares como lo hacía el Teniente General del ejército, días pasados, diciendo: disciplina, espíritu de sacrificio y moral de victoria. O que lo hagamos en términos más acordes a los tiempos actuales, menos castrenses y más civiles, como: coordinación, cooperación y colaboración. Si en el siglo de Lope todos se levantaron a una contra el Comendador, ahora, cuatro siglos después, todos tenemos que estar a una para vencer la enfermedad que amenaza principalmente el corazón de la sabiduría. A los más ancianos.

En esta crisis hemos de aprender rápido y reaccionar de inmediato porque no para todo teníamos planes de contingencia. En los últimos días ha quedado de manifiesto que la asistencia social prevista en los planes de emergencia no cuenta con planes operativos propios. Sin embargo, alcaldes y equipos municipales han reaccionado rápido constituyendo comités de trabajo para abordar la protección de los más desfavorecidos en las ciudades, desde los sintecho a los que viven solos en su casa. La respuesta de lo público y la solidaridad de los vecinos está permitiendo atender a todos, no obstante, habrá que mejorar la presencia de los equipos sociales en los gabinetes de crisis. 

Este es el espíritu de trabajo para lo no previsto, prueba, ensayo y error, y adelante. Ahora no procede arrojarse a la cara los muertos caídos en las batallas contra el coronavirus como ha sucedido con la residencia de Tomelloso. No sirven de nada las acusaciones a empleados y dirección, y aún menos si se mezclan con siglas de partidos. Es tiempo de poner soluciones de inmediato. Ya se pedirán responsabilidades, si las hay por alguna de las partes, a quienes se han ocupado de la inspección, dirección o gestión de las residencias públicas, privadas y concertadas y de corregir los planes de emergencias. Ahora corresponde proteger poniendo una barrera entre el virus y quienes viven y trabajan en las residencias e igualmente corresponde ocuparse del resto de casos que viven solos en cada pueblo y ciudad.

Esta pandemia, una vez superada, se habrá llevado por delante millones de puestos de trabajo y desgraciadamente también cientos de miles de hombres y mujeres en todo el mundo, cambiará los hábitos de personas y empresas, afectará a la geopolítica y a la geoestrategia y todos tendremos que contribuir, con una u otra forma de prestación fiscal, a la reconstrucción de la economía.  Pero todos.  Recuperar lo obtenido, indebidamente, por el comendador es de justicia. Lope está más actual que nunca.

Una mirada critica de Ciudad Real. Apasionado y vehemente por mejorar esta ciudad. Puedes contactar conmigo y te respondere

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