Tocado, pero no hundido.

Sánchez tiene dos frentes abiertos en esta pandemia para sacar al país adelante pasada la crisis sanitaria, uno dentro de sus propias fronteras, con la oposición, y otro fuera para defender y hacer valer ante los socios de la Unión Europea la posición española. En España tiene que conseguir la unidad y el consenso de la mayoría de los partidos para hacer frente a los problemas comunes, sociales y económicos, que dejara el Coronavirus.   En Europa corresponde defender con energía la solidaridad de todos los socios, además de una Europa justa y progresista, como ha venido haciendo con éxito hasta ahora.

Para afrontar ambos retos hay que mantenerse firme y no caer en la provocación, ni de socios, ni de adversarios políticos, hay que tener los objetivos muy claros. En estos casos, de dificultad extrema, es cuando resulta necesario e imprescindible, para quien lidera el país, tener fortaleza, capacidad de negociación y dialogo. En esta pandemia todos necesitamos tener como objetivo fundamental los intereses generales, fuertes convicciones, mucha entereza y capacidad de resistencia ante la adversidad, y si alguien duda de que estas características forman parte del ADN del presidente Sánchez, está equivocado y les falta memoria para recordar su pasado político, a pesar de su juventud.  Si de algo sabe es de no hundirse, ni achicarse, ante nadie, ni ante nada, y por eso algunos le tildan de soberbio. Tenacidad, entereza y fuerza, están en su manual de cabecera y eso es precisamente lo que necesitamos en España, pero también frente a una Europa insolidaria.

No obstante, algo nos diferencia en España del resto de Europa para afrontar esta crisis. En España los dos grandes partidos de la oposición, en el bloque de la derecha, no han reaccionado como sus homólogos en Europa cuando tenemos idénticos problemas, por la misma causa, con resultados similares o incluso peores. ¿Pero qué nos diferencia de Europa a los españoles?  Desde luego muchas cosas, para bien y para mal, pero hay una fundamental que nos hace diferentes y que no tenemos en los momentos de adversidad y dificultades colectivas: El sentimiento de unidad y defensa de los intereses generales y comunes.

Es cierto que la defensa de los intereses generales puede tener una solución distinta desde el punto de vista de las corrientes económicas, pero todas ellas tienen un elemento común:  Sanidad, economía, paro, empresas, autónomos, familias, etc., y nos afectan a todos por igual para salir con fuerza de esta crisis. Renunciar de partida a un acuerdo de mínimos para la salida de la crisis es estar contra los intereses generales.

Mientras que, en el último siglo en Europa se dieron las dos grandes guerras, que hizo nacer el sentimiento de unidad de sus pueblos para luchar por sus ideales de libertad y valores comunes contra el enemigo, y después para resurgir de la destrucción, en España nos estábamos peleando internamente por imponer, a la otra mitad de la sociedad, un modelo ideológico. La desgracia más reciente española fue la guerra civil, y las consecuencias de hambre de los primeros años de postguerra, desde entonces España no se ha enfrentado a ninguna otra calamidad y desdicha colectiva que afectase a todos los españoles por igual. España parece que continúa dividida en dos partes. Incluso se radicaliza ante las dificultades y miserias cuando afectan al pueblo llano echando las culpas de todos los males al adversario político. Nuestra historia ha estado llena de enfrentamientos internos y  parece que continuamos en la misma senda. ¡Menuda tropa! Que diría Romanones.

Pero mucho ojo, que ahora no se trata de ideologías, ni de hacer caer gobiernos. Si no somos capaces de presentarnos ante Europa unidos, con una sola voz, seremos irrelevantes.  Europa tiene una maquinaria legislativa demasiado pesada y con un formato de toma de acuerdos donde si no eres fuerte y sabes hacer lobby, dentro y fuera, pierdes la partida. Si nos presentarnos desunidos, en la reivindicación de una Europa solidaria, con objetivos dispersos, fruto de los cálculos electorales de cada partido, para abordar en común la reconstrucción de España y de su economía, España será tierra abonada para que los tiburones la devoren y consecuentemente caerán los líderes que no han sido capaces de ofrecer una solución pactada.  España perderá no solo el prestigio, que estaba recuperando, sino también el liderazgo del Sur y con ello perdemos todos los españoles.  No es válida en esta ocasión la política de cuanto peor mejor. Nadie lo perdonara, y menos los ciudadanos, aunque en el corto plazo algunos crean salir fortalecidos.

Una mirada critica de Ciudad Real. Apasionado y vehemente por mejorar esta ciudad. Puedes contactar conmigo y te respondere

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