Este año no se hará convocatoria para la elección de Dulcinea y sus damas, aunque si tendremos ciudadano ejemplar. El Pandorgo aun no lo sabemos. Se ha decidido, sin saber donde ni de qué forma, que continuaran la mismas damas y Dulcinea del año pasado porque los actos de más relevancia, donde intervienen para representar a las mujeres de la ciudad, no se van a llevar a cabo por las circunstancias provocadas por el COVID-19. Hecho este ultimo que ha ocasionado la supresión de la Pandorga y de las Ferias y fiestas de agosto de 2020.
No tiene sentido, ni es de recibo, suprimir ninguna de las tres figuras, como tampoco lo tiene suprimir las Ferias y Fiestas de agosto, y aun menos la Pandorga. Lo que hay que hacer, en vez de suprimir nada, es organizar unas fiestas distintas. Hay que hacer de la necesidad virtud. Unas Fiestas de agosto y una Pandorga nueva, pero participativa sin los actos masivos, serán bien valoradas por el comercio, la hostelería y por los propios vecinos. No quiero ser hiriente, pero algo de imaginación sí que está faltando en el Ayuntamiento. Hay que darle un giro a la programación de los actos, y a la participación de los ciudadanos, organizando los festejos de tal forma que se pueda mantener, no solo el espíritu de la fiesta, sino también la fiesta en sí.
Es una pena que, durante este confinamiento, no se hayan puesto los equipos de festejos a trabajar en programas alternativos para poder presentar una variante de la Pandorga y de las fiestas de Agosto. Este año lo han tenido fácil, la pandorga será de salón, porque no habrá que improvisar, ni organizar nada. Como mucho, darle protagonismo a la Hermandad de Pandorgos para que elijan a su representante anual y suenen las fanfarrias de la elección en forma de comidas e invitaciones. Ya veremos si se aplica la misma lógica a la elección del Pandorgo que a la de Dulcinea.
Aun queda tiempo, aunque muy poco, antes de suprimir las fiestas tradicionales de la ciudad, para organizar unas Ferias y una Pandorga cambiando los modelos de participación. No es necesario montar una carpa en la plaza mayor, ni entoldar la Avda. del Rey Santo. No es necesario tener hípica, ni tener los cacharritos de la feria, ni hacer los toros de fuego en su versión clásica. Es comprensible transformar, que no suprimir, el formato de actos donde la concentración de miles de personas en un mismo espacio pueden poner en riesgo la salud, como por ejempló: la limonada en sus dos variantes, la oficial y la degradada, los bailes de la plaza Mayor y el Prado del día 31 de julio, los conciertos, los del vermut en agosto, los toros, etc., pero eso no implica la necesidad de suprimir las Ferias y Fiestas de agosto, ni la Pandorga.
Es necesario realizar un programa de actos totalmente alternativo, con otro formato de participación ciudadana y con la colaboración de empresarios y comerciantes de la ciudad. Las fiestas también son importantes para la economía local. Suprimirlas y no tener una variante de las mismas es un fracaso de los responsables políticos.
La cultura popular, la tradición, el ocio, la diversión, la gastronomía, el folclore, los trajes regionales, el puñao, la zurra, la ofrenda, los conciertos locales, etc., también pueden realizarse en espacios distintos, de participación más reducida y minoritaria, acorde a las normas sanitarias vigentes, pero con el nexo común de las fiestas. Incluso algunas actividades se pueden hacer llegar a los vecinos por medios no presenciales.
El éxito de una fiesta, su arraigo, su tradición, no se puede medir solo por la concentración de personas en un acto y en un solo punto. Asociaciones de vecinos, barrios de la ciudad, locales de verano, de ocio, bares y restaurantes, espacios infantiles y de recreo, seguro que verán con buenos ojos una diversificación de la programación, adaptada la nueva normalidad, donde puedan participar, antes de ver como se suprimen las fiestas.