Es la tercera legislatura con una Concejalía de Urbanismo que hace aguas para gobernar el área más sensible administrativamente del Consistorio y con más asuntos a resolver de cara al futuro de la ciudad. Ahora, en 2023, que parecía haberse encontrado nuevamente un especialista, esta vez en derecho urbanístico, la concejalía vuelve a ser fallida. En el próximo pleno municipal conoceremos al 5 concejal de urbanismo en 8 años.
Solo cuatro meses después de la toma de posesión dimite el concejal de Urbanismo y deja nuevamente empantanada el área de gobierno más importante esperando la llegada de un nuevo edil y de un director general. Todas las delegaciones de funciones otorgadas por el alcalde son importantes dado que afectan directamente a los servicios que recibe el ciudadano, pero, claro, una cosa es delegar, y, otra, acertar en la delegación para gobernar.
Para dirigir un Ayuntamiento con eficacia es necesario controlar fundamentalmente tres áreas: Hacienda, Recursos Humanos y Urbanismo. Presupuestos, funcionarios, y plan general de ordenación de la ciudad son las tres áreas donde el alcalde tiene que tener una confianza máxima para poder decir que realmente gestiona y controla políticamente el Ayuntamiento. Lo contrario, un desastre, lo hemos visto en los dos últimos años de la legislatura anterior con una alcaldesa, de relevo, que no controlaba a sus concejales.
Pero, volviendo a urbanismo, es verdad que en base al organigrama de delegación de funciones que realice el alcalde la Concejalía de Urbanismo puede tener más o menos contenido político de gestión e incluso administrativo. No obstante, convendrán que todos los ciudadanos entendemos el área de urbanismo como la concejalía donde se planifica, se diseña el futuro, se otorgan las licencias de construcción y se realizan las obras públicas de la ciudad.
Así, a trazo grueso, sin entrar demasiado en detalles, todo apunta a que urbanismo es una concejalía importante. Por eso, por mucho que se quiera disimular y se guarden las composturas en forma de silencio, lo cierto y verdad y no se puede negar, es que se ha producido la primera gran crisis de gobierno en la era de Paco Cañizares. Las razones reales para la dimisión del edil de Urbanismo las conoce él y hace bien en guardárselas. No es necesario nada más, ha dejado su acta y renuncia a formar parte del Ejecutivo como uno de los hombres fuertes. Algo no funcionó en la elección del candidato o, stricto sensu, en la delegación de funciones después de la toma de posesión. Suficiente, lo sucedido y la dimisión, para entender que es una concejalía de gran contenido y de difícil gobierno.
En la legislatura de 2015 el concejal de esta área ni siquiera fue liberado y se produjeron los grandes atascos administrativos. En 2019, todo apuntaba que las cosas se tomaban más en serio, y, de número dos de la lista socialista figuró una técnica especialista para ocuparse de este cometido y preparar al mismo tiempo un relevo a la alcaldesa. Una jugada perfecta diseñada desde la calle de Toledo. Era como una carambola a dos bandas: cantera para las siguientes elecciones y una concejala en urbanismo que preparase, desde esa área, una definición moderna de la ciudad. Pero no, la número dos y concejala de Urbanismo fue relegada al anonimato por su propia jefa política, la alcaldesa, que, terminó asumiendo ella misma la coordinación de esa área en el momento crucial del relevo con Ciudadanos, canibalizando a la concejala responsable para seguir siendo la candidata. La edil inicial, que tuvo solo una liberación parcial durante la legislatura, terminó abrasada en política y abandonó. Acabo el mandato por los pelos, por decencia técnica y profesional, la cual le honra, y salió corriendo para no volver a presentarse en las siguientes listas, tal y como le sucedió al concejal, también socialista, de la legislatura de 2015.
La amplitud de la delegación de funciones del alcalde a esta área de urbanismo y que contempla desde la planificación a las licencias, pasando por las infraestructuras y la movilidad, está pensada para gestionar los servicios de forma coordinada más que para diseñar y planificar el futuro, porque de lo contrario se hubiesen creado dos concejalías. De ahí, también, la inclusión en el organigrama de un director general para reforzar la gestión. Está más pensada la concejalía para resolver problemas del día a día y de gestión que para la elaboración de un nuevo PGOU que contemple una revisión del modelo de ciudad.
Alguien ha deslizado la opinión de que esta es una concejalía ingobernable y que los altos funcionarios mandan. Es un error pensarlo. Ésta es una de esas delegaciones donde los informes técnicos del funcionario son esenciales para garantizar que la administración actué con ecuanimidad en la tramitación de cualquier expediente administrativo, además de la diligencia que deben observar para que todas las decisiones estén sometidas al ordenamiento jurídico. El funcionario municipal aporta a la administración los valores de objetividad, neutralidad, imparcialidad, confidencialidad, austeridad y respeto por la igualdad de todos los ciudadanos garantizando los intereses generales por delante de los particulares.
Cualquier error que haga fallida la gestión de esta concejalía hay que buscarlo en la dirección política, y, ahí, es precisamente donde se ha fallado en estos ocho últimos años por carecer de dos cosas: El modelo de ciudad pactado con los ciudadanos y un modelo de gestión administrativa ágil y eficiente.
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