Vivir en Ciudad Real tiene un plus de humanidad. El comportamiento de la sociedad en general y de los servicios sociales del Ayuntamiento, en especial, son merecedores de un reconocimiento público por su gestión de los programas de frío durante el invierno que está finalizando para los sin techo. Un programa que entra en funcionamiento y se activa de manera automática y en la que participan coordinadamente distintos departamentos.
Con un intervalo de escasos días y 1.700 kilómetros de distancia dos muertes en la calle, una en París congelada por el frío de este gélido invierno y la otra en Ciudad Real por causas naturales de quien había decidido voluntariamente vivir en ella. La de París es una noticia de recorrido internacional por el personaje y las circunstancias, y la otra, la de Ciudad Real solo alcanza a los diarios locales.
Detrás de cada una de estas muertes una historia que hiela el alma y una sociedad escandalizada de sí misma, pero incapaz de prestar ayudaLa primera historia es consecuencia de la deshumanización de las grandes ciudades. Un individuo, en este caso el fotógrafo René Robert, de 84 años, se siente mal mientras pasea por los alrededores de su casa al atardecer, cae al suelo en el centro de París y nadie le auxilia. Nueve horas después muere congelado por el frío en la misma acera y lugar que cayó. La segunda historia corresponde a un sintecho en Ciudad Real, Alejandro Heredia, que voluntariamente había elegido vivir en la calle desde hace años y que muere de causas naturales en la céntrica plaza del Pilar. Entre ambas historias un nexo común: la muerte en soledad en plena calle.
Entre un sin techo que duerme en la acera mientras los ciudadanos pasan a su lado mirando de reojo y la del fotógrafo en París, que ha conmocionado a muchos lectores, no existe ninguna diferencia. Igual de deshumanizada está una sociedad que otra. Igual de cruel es pasar al lado de un sintecho que vemos habitualmente refugiado y durmiendo en el mismo banco que hacerlo al lado de René Robert en París. Todos tenemos asumido que individualmente no se puede hacer nada y que corresponde a los servicios sociales.
Afortunadamente en Ciudad Real los servicios sociales funcionan, se preocupan y se ocupan.Habitualmente soy crítico, consciente siempre de ello, con la alcaldesa y concejales por la falta de planificación de la ciudad a medio y largo plazo, por sus políticas cortoplacistas, pero, en el caso de los servicios sociales y de su gestión durante la campaña de frío hay una diferencia, un plus, que hace que quienes vivimos en esta ciudad nos sintamos cómodos sabiendo que los servicios municipales tranquilizan nuestras conciencias en las noches frías de invierno.Por otro lado, la sociedad, afortunadamente también es distinta.
El tamaño de ciudad nos hace ser más sensibles, más confiados, más familiares y más cercanos a las necesidades sociales de quienes están en la calle por una u otra causa. Nos permite detectar antes el problema existente y atajarlo. En definitiva, más humanos. Vivir en Ciudad Real tiene un plus añadido.No obstante, en esta ciudad, y permítanme la mirada crítica, la gestión social en materia de vivienda está desentendía desde hace varias décadas.
Desde la crisis económica del 2008 y 2011, y sus posteriores secuelas en materia de desahucio, las necesidades de vivienda se han resuelto mayoritariamente en el ámbito familiar más que en el público y social. Los sintecho son solo quienes dan visibilidad al problema de marginalidad porque son quienes eligen la calle antes que la propia familia.
En Ciudad Real hay necesidad de vivienda social y publica desatendida y la responsabilidad más directa le corresponde al ayuntamiento. Y no está oculta.Hay necesidad de vivienda para atender y erradicar el chabolismo, para regenerar algunas de las existentes y para resolver el hacinamiento de otras. San Antón, plaza de Toros y San Martín de Porres son solo algunos ejemplos visibles en la superficie.La misma ventaja que tiene el tamaño pequeño de ciudad para hacernos sentir seguros y tener ese plus de humanidad la tenemos que tener para resolver problemas de más calado social que los programas puntuales de frío.
Por ello, el Ayuntamiento debe de establecer nuevas fórmulas para la vivienda social que necesitan los desahuciados, quienes viven en el hacinamiento o en el chabolismo, así como los sin techo. Vivir en la calle y morir en la calle es inhumano, pero vivir en condiciones infrahumanas, no lo es menos. Los servicios sociales tienen detectada la necesidad, ahora corresponde la solución.
2 Comments
Laura
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